Historia de Caliwood, Museo de la Cinematografía
Por Hugo Suárez Fiat
Hace unos 15 años, cuando me encontraba padeciendo el letargo que produce el lento proceso de restauración de un automóvil clásico, hospedado por un largo periodo en un taller de Cali, me di cuenta que en la parte posterior del mismo se encontraban abandonados dos magníficos proyectores de cine de 35 mm, que en la época de su mayor esplendor fueron utilizados para presentar películas de largo metraje en uno de los teatros públicos de esta capital. Los dos aparatos, de la marca Super Simplex / Peerless Magnarc, mantenían la elegancia y la hidalguía de la cual fueron investidos cuando los fabricaron en Estados Unidos, durante el florecimiento del Art Deco. Su extraordinaria concepción artística, la excelencia de su arquitectura metálica y la mítica y obsoleta tecnología del arco voltaico, incorporada en sus linternas de proyección, hicieron que yo cayera rendido a los pies de los mismos e iniciara en Colombia, la 1ª. colección especializada de tales equipos, con el fin de protegerlos y ampararlos para que en el futuro las actuales y venideras generaciones puedan tener la oportunidad de apreciar, en toda su dimensión, el tránsito de los equipos manuales, mecánicos y eléctricos, para la presentación de películas, a los sofisticados cerebros digitales. Después de tediosas negociaciones logré que el propietario de los proyectores los enajenara por una suma razonable.
A partir de la adquisición de los 2 proyectores Super Simplex / Peerless Magnarc, que después descubrí fueron importados en 1931 por don Hermann Bohmer y luego usados en el Teatro Jorge Isaacs de Cali, según testimonio periodístico extendido por el viejo proyeccionista Antonio Burbano, inicié una cruzada destinada a localizar más equipos, lo cual arrojó resultados positivos y sorprendentes pues armé una colección de 30 aparatos provenientes de teatros de Bogotá, Pasto, Ipiales, Pereira, Armenia, Duitama, Pueblo Tapao, Génova, Restrepo, Buga, Palmira, Jamundí y Cali. Consolidado lo anterior decidí enriquecer el tema con elementos y accesorios ligados a los teatros y a la fotografía, tales como sillas, avisos, filmadoras manuales y de cuerda, proyectores de diapositivas, cámaras, daguerrotipos, proyectores de vidrios, tiqueteadoras, cortadoras y pegadoras de acetatos, avisos, rollos, películas, placas de vidrio, carretes de hierro, aluminio y plástico, carteleras, afiches, volantes, proyectores de cine de uso doméstico de tres distintas generaciones, ampliadoras de fotos, cámaras Polaroid, la Foto Agüita, etc. Lo anterior trajo como consecuencia que un proyecto que se consideraba pequeño, se transformara en una realidad de dimensiones muy grandes, pues se visualizó un horizonte gigantesco, como consecuencia del fenomenal descuido de parte nuestra para tutelar algo que nos es tan cercano a todos, sin distingo, como es el cine y la fotografía. Todo lo anterior me estimuló a fundar Caliwood el Museo de la Cinematografía.
Finalmente el autor estableció que a pesar de su enorme trascendencia, la marca Caliwood, una sigla usada por muchas personas, durante varias generaciones, permanecía desamparada y en efecto no había sido acuñada, a pesar de ser la sigla con la cual se recoge la memoria colectiva del cine en Cali y en Colombia. Es decir, estaba afectada por el mismo fenómeno de abandono que sufrieron los proyectores de cine del Teatro Jorge Isaacs, encontrados a la intemperie en un taller de mecánica. En tales circunstancias se procedió a realizar, a nivel nacional e internacional, el registro legal de la marca Caliwood, la cual será usada por el Museo de la Cinematografía, ahora y en el futuro, como su insignia máxima.
A partir de la adquisición de los 2 proyectores Super Simplex / Peerless Magnarc, que después descubrí fueron importados en 1931 por don Hermann Bohmer y luego usados en el Teatro Jorge Isaacs de Cali, según testimonio periodístico extendido por el viejo proyeccionista Antonio Burbano, inicié una cruzada destinada a localizar más equipos, lo cual arrojó resultados positivos y sorprendentes pues armé una colección de 30 aparatos provenientes de teatros de Bogotá, Pasto, Ipiales, Pereira, Armenia, Duitama, Pueblo Tapao, Génova, Restrepo, Buga, Palmira, Jamundí y Cali. Consolidado lo anterior decidí enriquecer el tema con elementos y accesorios ligados a los teatros y a la fotografía, tales como sillas, avisos, filmadoras manuales y de cuerda, proyectores de diapositivas, cámaras, daguerrotipos, proyectores de vidrios, tiqueteadoras, cortadoras y pegadoras de acetatos, avisos, rollos, películas, placas de vidrio, carretes de hierro, aluminio y plástico, carteleras, afiches, volantes, proyectores de cine de uso doméstico de tres distintas generaciones, ampliadoras de fotos, cámaras Polaroid, la Foto Agüita, etc. Lo anterior trajo como consecuencia que un proyecto que se consideraba pequeño, se transformara en una realidad de dimensiones muy grandes, pues se visualizó un horizonte gigantesco, como consecuencia del fenomenal descuido de parte nuestra para tutelar algo que nos es tan cercano a todos, sin distingo, como es el cine y la fotografía. Todo lo anterior me estimuló a fundar Caliwood el Museo de la Cinematografía.
Finalmente el autor estableció que a pesar de su enorme trascendencia, la marca Caliwood, una sigla usada por muchas personas, durante varias generaciones, permanecía desamparada y en efecto no había sido acuñada, a pesar de ser la sigla con la cual se recoge la memoria colectiva del cine en Cali y en Colombia. Es decir, estaba afectada por el mismo fenómeno de abandono que sufrieron los proyectores de cine del Teatro Jorge Isaacs, encontrados a la intemperie en un taller de mecánica. En tales circunstancias se procedió a realizar, a nivel nacional e internacional, el registro legal de la marca Caliwood, la cual será usada por el Museo de la Cinematografía, ahora y en el futuro, como su insignia máxima.