El Cine en el Mundo
Por Xavier Ripoll Soria
El Precine
El ser humano siempre se ha preocupado por captar y representar el
movimiento. Los bisontes con 6 patas que los prehistóricos pintaban en las
cavernas demuestran tal hecho. Durante siglos, diversas civilizaciones o
personas han buscado procedimientos para reproducir la realidad. Es el caso de
las representaciones con sombras, los primeros espectáculos en público
con proyección de imágenes animadas. Utilizada ya en el siglo XVI, la
"cámara obscura" permitía la proyección de imágenes externas desde
una cámara oscura. Esa
fue la primera precursora de la fotografía.
De la misma manera, un siglo después, la linterna mágica sería la precursora de las sesiones de cine, al proyectar imágenes sobre una superficie plana. Con el fin de hacerlas llegar a todos los lugares, los juglares y los cirqueros viajaban con sus linternas dejando boquiabiertos a los espectadores. Sobre todo, cuando hacían funcionar ingeniosos dispositivos mecánicos que manipulaban o hacían girar cristales circulares que movían las imágenes.
Un invento capital aparece en el siglo XIX: la fotografía (el daguerrotipo). Por vez primera vez era posible imprimir y guardar, para sí, una imagen del mundo que nos rodea. Pero algunos fotógrafos no se conformaron con las imágenes fijas y ensayaron con las de objetos en movimiento, como en el caso de Muybridge. Incluso uno de ellos, Marey, llegó a utilizar una especie de fusil fotográfico capaz de captar las diferentes fases de un movimiento.
A lo largo del siglo XIX, una serie de inventores construyeron aparatos -mitad genialidades, mitad juguetes- que buscaban producir la ilusión del movimiento. Se trata del Taumatropo, el Fenaquistiscopio, el Zootropo y el Praxinoscopio. Una variante de este último, el Teatro Óptico, construido por Emile Reynaud, es lo que más se acerca a lo que sería el cine. Con el fin de producir una acción continua, se utilizaban largas bandas con más de 500 transparencias de dibujos a partir de un aparato cilíndrico que, juntamente con una imagen de fondo lograda con la luz de una linterna, proyectaba los primeros dibujos animados.
Ya tenemos, pues, los 3 elementos que constituirán el cinema: la persistencia de la visión, la fotografía y la proyección. Pero faltaban dos fundamentales: la película perforada y el mecanismo de avance intermitente que la moviera. Y fue en los Estados Unidos de América el lugar en que en 1890 se dio solución al problema, de la mano de los grandes inventores Edison Dickson.
En muchas salas de diversión se instalaron los llamados kinetoscopios de Edison, cajas que contenían una serie de bobinas que permitían ver una película, en forma individual. Y es que el famoso inventor se negó a proyectarla sobre una pantalla grande porque creía que la gente no se interesaría en el cine. ¡Cuán equivocado estaba, como el tiempo lo demostraría después! Sin embargo, la invención del cine no puede ser atribuida específicamente a nadie. Fue el resultado de una serie de inventos y aplicaciones conceptuales de distintas personas, en diversos países del mundo.
De la misma manera, un siglo después, la linterna mágica sería la precursora de las sesiones de cine, al proyectar imágenes sobre una superficie plana. Con el fin de hacerlas llegar a todos los lugares, los juglares y los cirqueros viajaban con sus linternas dejando boquiabiertos a los espectadores. Sobre todo, cuando hacían funcionar ingeniosos dispositivos mecánicos que manipulaban o hacían girar cristales circulares que movían las imágenes.
Un invento capital aparece en el siglo XIX: la fotografía (el daguerrotipo). Por vez primera vez era posible imprimir y guardar, para sí, una imagen del mundo que nos rodea. Pero algunos fotógrafos no se conformaron con las imágenes fijas y ensayaron con las de objetos en movimiento, como en el caso de Muybridge. Incluso uno de ellos, Marey, llegó a utilizar una especie de fusil fotográfico capaz de captar las diferentes fases de un movimiento.
A lo largo del siglo XIX, una serie de inventores construyeron aparatos -mitad genialidades, mitad juguetes- que buscaban producir la ilusión del movimiento. Se trata del Taumatropo, el Fenaquistiscopio, el Zootropo y el Praxinoscopio. Una variante de este último, el Teatro Óptico, construido por Emile Reynaud, es lo que más se acerca a lo que sería el cine. Con el fin de producir una acción continua, se utilizaban largas bandas con más de 500 transparencias de dibujos a partir de un aparato cilíndrico que, juntamente con una imagen de fondo lograda con la luz de una linterna, proyectaba los primeros dibujos animados.
Ya tenemos, pues, los 3 elementos que constituirán el cinema: la persistencia de la visión, la fotografía y la proyección. Pero faltaban dos fundamentales: la película perforada y el mecanismo de avance intermitente que la moviera. Y fue en los Estados Unidos de América el lugar en que en 1890 se dio solución al problema, de la mano de los grandes inventores Edison Dickson.
En muchas salas de diversión se instalaron los llamados kinetoscopios de Edison, cajas que contenían una serie de bobinas que permitían ver una película, en forma individual. Y es que el famoso inventor se negó a proyectarla sobre una pantalla grande porque creía que la gente no se interesaría en el cine. ¡Cuán equivocado estaba, como el tiempo lo demostraría después! Sin embargo, la invención del cine no puede ser atribuida específicamente a nadie. Fue el resultado de una serie de inventos y aplicaciones conceptuales de distintas personas, en diversos países del mundo.
El Nacimiento del Cine - La Época Muda
Aun así se considera que el cine nació oficialmente el sábado 28 de diciembre de 1895. Aquel día, los hermanos Lumière mostraron en sesión pública sus films a los espectadores del Salon Indien de París.
En uno de sus primeros films, La llegada de un tren a la estación de Ciotat, el efecto de una locomotora que parecía salir de la pantalla fue enorme. El aparato con el cual consiguieron efectuar la proyección fue llamado el Cinematógrafo. ¡Había nacido la cinematografía! Pero el éxito inicial de la proyección se fue apagando cuando el público acusó cansancio del tema. Las películas que se veían correspondían a momentos cotidianos, escenas sobre la vida laboral o familiar.
Y fue la magia y la imaginación de otro hombre, Georges Méliès, la que salvó al cine de acabar como un invento más entre tantos de aquella época. Méliès hizo realidad los sueños de las personas al mostrarlos en las imágenes que se representan en una pantalla. Por fin la fantasía podía volar a través de la luz. Méliès es el primer inventor de ficciones; es más, de la ciencia-ficción: Viaje a la Luna (1902) y Viaje a través de lo imposible (1904) se encuentran entre las mejores muestras del inventor de los trucajes. Uno de los trucos más habituales era hacer desaparecer cosas o hacerlas aparecer de nuevo. Otros eran la sobreimpresión de una imagen sobre otra, las dobles exposiciones o el uso de las maquetas a escala.
A principios del siglo XX el cine se convierte en una industria. Pasó de ser un invento para divertir, a ser una máquina de hacer muchísimo dinero. El cine se extiende por todo el mundo. En Catalunya, Fructuós Gelabert se convierte en el padre de la cinematografía catalana y española (1897). Segundo de Chomón sigue los pasos de Méliès en su film El hotel eléctrico (1905), en los que los trucos son considerados los más sofisticados de la época.
Como las películas eran mudas, unos rótulos en medio de las escenas iban explicando la acción o los diálogos. Y, a veces, un pianista daba el toque musical al espectáculo. Las burdas barracas de los inicios del cine se convirtieron en salas elegantes y espaciosas donde comenzaron a acudir las clases prestantes y no sólo las populares.
Con el fin de llenar de films las salas de cine permanentes, se comenzaron a grabar películas más cultas para el público burgués. En Francia, el proyecto se conocía como Films d'Art, títulos basados en obras literarias en las que actuaban los más famosos actores de teatro. Tal como Edison en los EEUU, Charles Pathé marca en Francia el inicio de la industrialización del cine. Los films producidos por él alcanzaron un buen nivel de calidad gracias a la dirección de Ferdinand de Zecca, a quien se debe La Passion (1902) o El asesinato del duque de Guisa (1904). En la casa Pathé debutó uno de los primeros grandes cómicos, Max Linder, quién inspiró a Chaplin. A Pathé le aparece un rival igualmente francés, Léon Gaumont, quien contrata al director Louis Feuillade, especializado en el género del terror.
Siguiendo las huellas galas, en Inglaterra aparece la llamada Escuela de Brighton, conformada por los fotógrafos Smith, Williamson y Collins, quienes se interesan por los temas bélicos y proporcionan nuevos recursos técnicos, que resultaron fundamentales para la gramática cinematográfica.
Pero serán los EE.UU. los que sacarán el mayor provecho del invento. En 1903, con la cinta Asalto y robo de un tren, Edwin Porter inaugura el cine del Oeste, género continuado después por T.H. Ince, quien utiliza el montaje simultáneo. Los espectadores comienzan a aprender un nuevo lenguaje, el cinematográfico: aprenden a relacionar las imágenes entendiendo que guardan una relación de continuidad. Y la base de este nuevo lenguaje es el montaje. Viendo que se convierte en un gran espectáculo popular, que supera las barreras sociales e idiomáticas, en un país de inmigración formado por multitud de lenguas y etnias, el factor negocio entra en acción.
Con el fin de monopolizar el mercado cinematográfico y acabar con sus competidores, Edison envía una legión de abogados a disputar sus derechos con los explotadores de los aparatos cinematográficos. Se trata de la guerra de las patentes (1897-1906) que, después de una época de procesos, clausuras de salas, confiscación de aparatos y sucesos violentos, da la victoria final a Edison. Ello afectó negativamente a los productores independientes, quienes, para huir del inventor negociante, se marchan al otro lado del país, al Estado de California, donde fundan la meca del cine: Hollywood. Allí tendrán nacimiento las grandes productoras que cimentarán la historia del cine norteamericano.
Entre los diversos países en los que el cine ya es una realidad, Italia es uno de los más avanzados en la concepción del cine como espectáculo. Y las películas de grandes reconstrucciones históricas serán el mejor medio para hacerse al público. El título más destacado fue Cabiria, dirigido por Giovanni Pastrone en 1913. Grandes escenarios y muchos extras encarnando a romanos o a cartagineses garantizan la realización de una producción colosal para la época. Una concepción europea del cine que influirá gratamente en la ideología de los productores de cine norteamericanos.
En uno de sus primeros films, La llegada de un tren a la estación de Ciotat, el efecto de una locomotora que parecía salir de la pantalla fue enorme. El aparato con el cual consiguieron efectuar la proyección fue llamado el Cinematógrafo. ¡Había nacido la cinematografía! Pero el éxito inicial de la proyección se fue apagando cuando el público acusó cansancio del tema. Las películas que se veían correspondían a momentos cotidianos, escenas sobre la vida laboral o familiar.
Y fue la magia y la imaginación de otro hombre, Georges Méliès, la que salvó al cine de acabar como un invento más entre tantos de aquella época. Méliès hizo realidad los sueños de las personas al mostrarlos en las imágenes que se representan en una pantalla. Por fin la fantasía podía volar a través de la luz. Méliès es el primer inventor de ficciones; es más, de la ciencia-ficción: Viaje a la Luna (1902) y Viaje a través de lo imposible (1904) se encuentran entre las mejores muestras del inventor de los trucajes. Uno de los trucos más habituales era hacer desaparecer cosas o hacerlas aparecer de nuevo. Otros eran la sobreimpresión de una imagen sobre otra, las dobles exposiciones o el uso de las maquetas a escala.
A principios del siglo XX el cine se convierte en una industria. Pasó de ser un invento para divertir, a ser una máquina de hacer muchísimo dinero. El cine se extiende por todo el mundo. En Catalunya, Fructuós Gelabert se convierte en el padre de la cinematografía catalana y española (1897). Segundo de Chomón sigue los pasos de Méliès en su film El hotel eléctrico (1905), en los que los trucos son considerados los más sofisticados de la época.
Como las películas eran mudas, unos rótulos en medio de las escenas iban explicando la acción o los diálogos. Y, a veces, un pianista daba el toque musical al espectáculo. Las burdas barracas de los inicios del cine se convirtieron en salas elegantes y espaciosas donde comenzaron a acudir las clases prestantes y no sólo las populares.
Con el fin de llenar de films las salas de cine permanentes, se comenzaron a grabar películas más cultas para el público burgués. En Francia, el proyecto se conocía como Films d'Art, títulos basados en obras literarias en las que actuaban los más famosos actores de teatro. Tal como Edison en los EEUU, Charles Pathé marca en Francia el inicio de la industrialización del cine. Los films producidos por él alcanzaron un buen nivel de calidad gracias a la dirección de Ferdinand de Zecca, a quien se debe La Passion (1902) o El asesinato del duque de Guisa (1904). En la casa Pathé debutó uno de los primeros grandes cómicos, Max Linder, quién inspiró a Chaplin. A Pathé le aparece un rival igualmente francés, Léon Gaumont, quien contrata al director Louis Feuillade, especializado en el género del terror.
Siguiendo las huellas galas, en Inglaterra aparece la llamada Escuela de Brighton, conformada por los fotógrafos Smith, Williamson y Collins, quienes se interesan por los temas bélicos y proporcionan nuevos recursos técnicos, que resultaron fundamentales para la gramática cinematográfica.
Pero serán los EE.UU. los que sacarán el mayor provecho del invento. En 1903, con la cinta Asalto y robo de un tren, Edwin Porter inaugura el cine del Oeste, género continuado después por T.H. Ince, quien utiliza el montaje simultáneo. Los espectadores comienzan a aprender un nuevo lenguaje, el cinematográfico: aprenden a relacionar las imágenes entendiendo que guardan una relación de continuidad. Y la base de este nuevo lenguaje es el montaje. Viendo que se convierte en un gran espectáculo popular, que supera las barreras sociales e idiomáticas, en un país de inmigración formado por multitud de lenguas y etnias, el factor negocio entra en acción.
Con el fin de monopolizar el mercado cinematográfico y acabar con sus competidores, Edison envía una legión de abogados a disputar sus derechos con los explotadores de los aparatos cinematográficos. Se trata de la guerra de las patentes (1897-1906) que, después de una época de procesos, clausuras de salas, confiscación de aparatos y sucesos violentos, da la victoria final a Edison. Ello afectó negativamente a los productores independientes, quienes, para huir del inventor negociante, se marchan al otro lado del país, al Estado de California, donde fundan la meca del cine: Hollywood. Allí tendrán nacimiento las grandes productoras que cimentarán la historia del cine norteamericano.
Entre los diversos países en los que el cine ya es una realidad, Italia es uno de los más avanzados en la concepción del cine como espectáculo. Y las películas de grandes reconstrucciones históricas serán el mejor medio para hacerse al público. El título más destacado fue Cabiria, dirigido por Giovanni Pastrone en 1913. Grandes escenarios y muchos extras encarnando a romanos o a cartagineses garantizan la realización de una producción colosal para la época. Una concepción europea del cine que influirá gratamente en la ideología de los productores de cine norteamericanos.
Los Maestros del Périodo Mudo
David Wark Griffith fue el gran fijador del lenguaje cinematográfico. Sus innovaciones en la manera de narrar una película revolucionaron el Séptimo Arte: en sus obras maestras El nacimiento de una nación (1914) e Intolerancia (1915), dividía el film en secuencias, mostraba acciones en paralelo, cambiaba el emplazamiento y el ángulo de la cámara, variaba los planos, usaba el flash-back o narración de un hecho ya pasado. Pero sobre todo, Griffith asumió que el montaje era el instrumento expresivo más importante con que contaba el cine; que no sólo servía para ordenar secuencias y planos, sino también para emocionar al espectador.
Griffith influyó en jóvenes cineastas de una geografía tan alejada de los EEUU, como lo es Rusia. El triunfo de la revolución rusa en 1917 hizo pensar a sus dirigentes que el cine podía asumir un papel de adoctrinamiento y propagandístico. Así que se les encargó a unos cuantos directores crear una nueva cinematografía en el país.
En estas primeras décadas de cine aparecen los directores que se dan cuenta de que este nuevo medio de comunicación de masas también puede servir como medio de expresión de lo más íntimo del ser humano: la expresión de sus anhelos, angustias o fantasías. Y además, expresarlo con una estética innovadora, de "vanguardia". En Alemania, los estilos "expresionista" y kammerspiel sorprenden por sus productos ambientados en escenarios irreales o futuristas. Este cine aparecido después de la derrota de los alemanes en la Guerra Europea y el establecimiento de la humillante Paz de Versalles, refleja sus angustias y contradicciones. El país vive bajo la inestabilidad de la República de Weimar y de una gran crisis económica, situación de la cual se aprovecharán los nazis. El trabajo de la iluminación, que llena de contrastes entre el claro obscuro, la luz y la sombra, será uno de los aspectos plásticos más innovadores.
Al contrario de los alemanes, los cineastas nórdicos huyen de los interiores angustiosos y hacen de los exteriores, del paisaje, el escenario natural para sus dramas. Se destacó gente como Sjöström, Stiller, o Drever; este último dirigió la obra maestra La pasión de Juana de Arco (1928).
En el caso de Francia, Louis Delluc fue el principal promotor del impresionismo cinematográfico galo, corriente de vanguardia en la cual contribuyeron L'Herbier, Dulac y Epstein; este último dirigió La caída de la casa Usher (1927). Al margen de este movimiento destacan también Abel Gance, autor de Napoleón (1927), film donde la técnica de proyección se anticipó al Cinerama y Jacques Feyder, director de La Atlántida (1921).
Por su parte, el estilo "surrealista" busca expresar el subconsciente de manera poética. A este cine vanguardista contribuyeron dos españoles importantes: el cineasta Luis Buñuel y el famosísimo pintor Salvador Dalí.
El cine americano apuesta más por el beneficio material que por la estética o la poesía visual. Una pequeña ciudad del oeste americano, Hollywood, se convirtió en poco tiempo en el centro industrial cinematográfico más próspero de los EE.UU. Se conformaron grandes empresas que levantaron sus estudios donde, además de filmar las películas, se "construían" las estrellas para interpretarlas. Un hábil sistema de publicidad crea una atmósfera de leyenda alrededor de los ídolos del público, de tal forma que los actores y las actrices se convierten en mitos. Es el caso de Lilian Gish, Gloria Swanson, John Barrymore, Lon Chaney, John Gilbert, Douglas Fairbanks, Mary Pickford, Mae West y Rodolfo Valentino. Se trata del “Star System”, sistema de producción basado en la popularidad de los actores por medio de la cual se consiguieron grandes beneficios.
Durante la Guerra Europea y aprovechando el descenso de producción en Europa por el mismo motivo, Hollywood se dedicó a dominar los mercados mundiales. La década de los años 20 fue la época dorada del cine mudo americano: espectáculo, grandes actores, aventuras sin fin, diversidad de géneros, comedias, drama, etc. Entre éstos, destacó el slapstick o cine cómico: los pasteles de nata, las locas persecuciones, las bromas, los golpes, las bañistas, las máquinas a vapor, los rascacielos, la danza; invento de Mack Sennett que descubrió a Chaplin, Lloyd, Turpin, Langdon. Quizás una reacción a la época difícil marcada por la Guerra Europea. Pero serán dos cómicos quienes harán universal el arte de hacer reír en la pantalla: Charlot y Keaton. Payasos geniales y, a la vez, críticos con su sociedad deshumanizada, sus gags han hecho reír a niños y a adultos de diversas generaciones, en todo el mundo. De Charlot es La quimera del oro (1925) y de Buster Keaton El maquinista de la General (1926). De los grandes estudios salen extraordinarias producciones, algunas de ellas muy espectaculares, como las que hacía el director Cecil B. de Mille, Los diez mandamientos (1923) o Rey de Reyes (1927). O bien obras maestras de cineastas extranjeros que se establecieron en Hollywood, como Erich Von Stroheim, autor de Avaricia (1924).
Griffith influyó en jóvenes cineastas de una geografía tan alejada de los EEUU, como lo es Rusia. El triunfo de la revolución rusa en 1917 hizo pensar a sus dirigentes que el cine podía asumir un papel de adoctrinamiento y propagandístico. Así que se les encargó a unos cuantos directores crear una nueva cinematografía en el país.
En estas primeras décadas de cine aparecen los directores que se dan cuenta de que este nuevo medio de comunicación de masas también puede servir como medio de expresión de lo más íntimo del ser humano: la expresión de sus anhelos, angustias o fantasías. Y además, expresarlo con una estética innovadora, de "vanguardia". En Alemania, los estilos "expresionista" y kammerspiel sorprenden por sus productos ambientados en escenarios irreales o futuristas. Este cine aparecido después de la derrota de los alemanes en la Guerra Europea y el establecimiento de la humillante Paz de Versalles, refleja sus angustias y contradicciones. El país vive bajo la inestabilidad de la República de Weimar y de una gran crisis económica, situación de la cual se aprovecharán los nazis. El trabajo de la iluminación, que llena de contrastes entre el claro obscuro, la luz y la sombra, será uno de los aspectos plásticos más innovadores.
Al contrario de los alemanes, los cineastas nórdicos huyen de los interiores angustiosos y hacen de los exteriores, del paisaje, el escenario natural para sus dramas. Se destacó gente como Sjöström, Stiller, o Drever; este último dirigió la obra maestra La pasión de Juana de Arco (1928).
En el caso de Francia, Louis Delluc fue el principal promotor del impresionismo cinematográfico galo, corriente de vanguardia en la cual contribuyeron L'Herbier, Dulac y Epstein; este último dirigió La caída de la casa Usher (1927). Al margen de este movimiento destacan también Abel Gance, autor de Napoleón (1927), film donde la técnica de proyección se anticipó al Cinerama y Jacques Feyder, director de La Atlántida (1921).
Por su parte, el estilo "surrealista" busca expresar el subconsciente de manera poética. A este cine vanguardista contribuyeron dos españoles importantes: el cineasta Luis Buñuel y el famosísimo pintor Salvador Dalí.
El cine americano apuesta más por el beneficio material que por la estética o la poesía visual. Una pequeña ciudad del oeste americano, Hollywood, se convirtió en poco tiempo en el centro industrial cinematográfico más próspero de los EE.UU. Se conformaron grandes empresas que levantaron sus estudios donde, además de filmar las películas, se "construían" las estrellas para interpretarlas. Un hábil sistema de publicidad crea una atmósfera de leyenda alrededor de los ídolos del público, de tal forma que los actores y las actrices se convierten en mitos. Es el caso de Lilian Gish, Gloria Swanson, John Barrymore, Lon Chaney, John Gilbert, Douglas Fairbanks, Mary Pickford, Mae West y Rodolfo Valentino. Se trata del “Star System”, sistema de producción basado en la popularidad de los actores por medio de la cual se consiguieron grandes beneficios.
Durante la Guerra Europea y aprovechando el descenso de producción en Europa por el mismo motivo, Hollywood se dedicó a dominar los mercados mundiales. La década de los años 20 fue la época dorada del cine mudo americano: espectáculo, grandes actores, aventuras sin fin, diversidad de géneros, comedias, drama, etc. Entre éstos, destacó el slapstick o cine cómico: los pasteles de nata, las locas persecuciones, las bromas, los golpes, las bañistas, las máquinas a vapor, los rascacielos, la danza; invento de Mack Sennett que descubrió a Chaplin, Lloyd, Turpin, Langdon. Quizás una reacción a la época difícil marcada por la Guerra Europea. Pero serán dos cómicos quienes harán universal el arte de hacer reír en la pantalla: Charlot y Keaton. Payasos geniales y, a la vez, críticos con su sociedad deshumanizada, sus gags han hecho reír a niños y a adultos de diversas generaciones, en todo el mundo. De Charlot es La quimera del oro (1925) y de Buster Keaton El maquinista de la General (1926). De los grandes estudios salen extraordinarias producciones, algunas de ellas muy espectaculares, como las que hacía el director Cecil B. de Mille, Los diez mandamientos (1923) o Rey de Reyes (1927). O bien obras maestras de cineastas extranjeros que se establecieron en Hollywood, como Erich Von Stroheim, autor de Avaricia (1924).
La Época Sonora
El 6 de octubre de 1927 sucede un hecho revolucionario que transformará la historia para siempre: ¡El cine comienza a hablar!
La película El cantor de jazz, de Alan Crosland, permitía escuchar al actor Al Jolson cantando. Se inicia una nueva era para la industria del cine. También para los actores: muchos de ellos desaparecieron como tales al conocer el público su verdadera voz, desagradable o ridícula, que no correspondía a su apariencia física. ¡Se eliminaron los intertítulos!
Los estudios tuvieron que replantear la infraestructura vigente para reconvertirse en sonoros. También los técnicos y los cineastas cambiaron de forma de hacer y de pensar. Y los actores y actrices tuvieron que aprender a vocalizar correctamente. En el Estado Español, los primeros estudios sonoros, los Orphea, fueron inaugurados en Barcelona en 1932.
La implantación del sonoro coincidió con el crack económico de 1929 que ocasionó una Gran Depresión en los EEUU. Miles de ciudadanos encontraban en el cine los momentos adecuados para huir de los problemas cotidianos. Hollywood se dedicó a producir títulos basados en los géneros fantásticos, la comedia, el musical o el cine negro, con el fin de exhibir productos escapistas. Es el momento de directores como Lubitsch, autor de Ser o no ser (1942); Capra, maestro de la comedia americana, con títulos como Sucedió una nocheVive como quieras (1938); Hawks, director de Scarface (1932); Cukor, autor de Historias de Filadelfia (1940); John Ford, conocido sobre todo por sus westerns épicos como La diligencia (1939) o Josef von Sternberg, cineasta alemán quién dirigió El ángel blau (1930). Este cine de entretenimiento general tiene la excepción con el logrado por King Vidor, cineasta sensible a los problemas de las clases populares, como lo reflejó en El pan nuestro de cada día (1934).
En Alemania es G.W. Pabst quien cultiva un cine social. Este compromiso estético con los menos favorecidos fue más fuerte en Europa. En Francia, coincidiendo con el Frente Popular, Jean Renoir mostraba la vida cotidiana y laboral de los trabajadores, incluso utilizando algunos obreros como protagonistas de sus films, como en La regla del juego (1939), título que, además de su carga de naturalismo, supuso nuevas aportaciones estéticas. Otros cineastas encuadrados en lo que se llama "realismo poético" fueron Jacques Feyder, Jean Vigo, Marcel Carné y René Clair. Muchas de las nuevas estrellas de cine proceden del teatro o del musical. Nombres como Marlene Dietrich, Greta Garbo, Claudette Colbert, Olivia de Havilland, Gary Cooper, Clark Gable, Errol Flynn, Maurice Chevalier, Jean Gabin, Edward Robinson o Humphrey Bogart, se convirtieron en mitos del cine.
La película El cantor de jazz, de Alan Crosland, permitía escuchar al actor Al Jolson cantando. Se inicia una nueva era para la industria del cine. También para los actores: muchos de ellos desaparecieron como tales al conocer el público su verdadera voz, desagradable o ridícula, que no correspondía a su apariencia física. ¡Se eliminaron los intertítulos!
Los estudios tuvieron que replantear la infraestructura vigente para reconvertirse en sonoros. También los técnicos y los cineastas cambiaron de forma de hacer y de pensar. Y los actores y actrices tuvieron que aprender a vocalizar correctamente. En el Estado Español, los primeros estudios sonoros, los Orphea, fueron inaugurados en Barcelona en 1932.
La implantación del sonoro coincidió con el crack económico de 1929 que ocasionó una Gran Depresión en los EEUU. Miles de ciudadanos encontraban en el cine los momentos adecuados para huir de los problemas cotidianos. Hollywood se dedicó a producir títulos basados en los géneros fantásticos, la comedia, el musical o el cine negro, con el fin de exhibir productos escapistas. Es el momento de directores como Lubitsch, autor de Ser o no ser (1942); Capra, maestro de la comedia americana, con títulos como Sucedió una nocheVive como quieras (1938); Hawks, director de Scarface (1932); Cukor, autor de Historias de Filadelfia (1940); John Ford, conocido sobre todo por sus westerns épicos como La diligencia (1939) o Josef von Sternberg, cineasta alemán quién dirigió El ángel blau (1930). Este cine de entretenimiento general tiene la excepción con el logrado por King Vidor, cineasta sensible a los problemas de las clases populares, como lo reflejó en El pan nuestro de cada día (1934).
En Alemania es G.W. Pabst quien cultiva un cine social. Este compromiso estético con los menos favorecidos fue más fuerte en Europa. En Francia, coincidiendo con el Frente Popular, Jean Renoir mostraba la vida cotidiana y laboral de los trabajadores, incluso utilizando algunos obreros como protagonistas de sus films, como en La regla del juego (1939), título que, además de su carga de naturalismo, supuso nuevas aportaciones estéticas. Otros cineastas encuadrados en lo que se llama "realismo poético" fueron Jacques Feyder, Jean Vigo, Marcel Carné y René Clair. Muchas de las nuevas estrellas de cine proceden del teatro o del musical. Nombres como Marlene Dietrich, Greta Garbo, Claudette Colbert, Olivia de Havilland, Gary Cooper, Clark Gable, Errol Flynn, Maurice Chevalier, Jean Gabin, Edward Robinson o Humphrey Bogart, se convirtieron en mitos del cine.
Cine en Color
El cine en color llega en 1935 con la película La feria de las vanidades, de Roben Mamoulian, aunque artísticamente su plenitud se consigue en el film de Victor Fleming, Lo que el viento se llevó (1939).
El cine de animación se fue implantando entre los gustos del espectador, especialmente en el del público infantil. Walt Disney es el creador americano predilecto, incluso más allá de su propio país.
Los trucajes es una de las especialidades más estimadas por el público. La ubicación de castillos en paisajes donde no han existido, a partir de cristales pintados o la recreación de un gorila gigante a partir de un simio pequeño o de maquetas, son muestras de la magia del cine, a la cual acaban de dar el toque la decoración, el maquillaje o el vestuario.
Frente a directores con planteamientos principalmente comerciales, hacen aparición otros con nuevas inquietudes estéticas. Es el caso de Von Stroheim, Hitchcock, u Orson Welles. Este último realizó las obras maestras Ciudadano Kane (1941) y El cuarto mandamiento (1942).
Mientras tanto, en Europa, las cinematografías de los países con gobiernos totalitarios se orientan hacia un cine políticamente propagandístico, con frecuencia fallido artísticamente, especialmente en el caso de los fascismos. Respecto al Estado Soviético, sigue siendo una excepción el cine de S.M. Eisenstein, como lo demuestran los films Alexander Nevsky (1938) e Iván el Terrible (1945). Cuando la 2ª.Guerra Mundial estalla, el cine se basa en la propaganda nacionalista, el documental de guerra o el producto escapista.
El cine de animación se fue implantando entre los gustos del espectador, especialmente en el del público infantil. Walt Disney es el creador americano predilecto, incluso más allá de su propio país.
Los trucajes es una de las especialidades más estimadas por el público. La ubicación de castillos en paisajes donde no han existido, a partir de cristales pintados o la recreación de un gorila gigante a partir de un simio pequeño o de maquetas, son muestras de la magia del cine, a la cual acaban de dar el toque la decoración, el maquillaje o el vestuario.
Frente a directores con planteamientos principalmente comerciales, hacen aparición otros con nuevas inquietudes estéticas. Es el caso de Von Stroheim, Hitchcock, u Orson Welles. Este último realizó las obras maestras Ciudadano Kane (1941) y El cuarto mandamiento (1942).
Mientras tanto, en Europa, las cinematografías de los países con gobiernos totalitarios se orientan hacia un cine políticamente propagandístico, con frecuencia fallido artísticamente, especialmente en el caso de los fascismos. Respecto al Estado Soviético, sigue siendo una excepción el cine de S.M. Eisenstein, como lo demuestran los films Alexander Nevsky (1938) e Iván el Terrible (1945). Cuando la 2ª.Guerra Mundial estalla, el cine se basa en la propaganda nacionalista, el documental de guerra o el producto escapista.
La Posguerra
Al terminar la guerra, en una Italia destrozada, aparece el llamado cine "neorrealista", un cine testimonial sobre la realidad del momento, hecho con pocos medios materiales pero con mucha humanidad, preocupado por los problemas del individuo de la calle. Es el caso de La terra trema (1947), de Visconti; supone una mirada sobre los problemas de subsistencia de los más humildes. Este tipo de cine creó escuela por todo Occidente e, incluso, los norteamericanos se aficionaron a filmar historias fuera de los estudios y aprovecharon los escenarios naturales; el "cine negro", policíaco, fue uno de los géneros que más se rodó en las grandes metrópolis.
En los EEUU, las películas o bien denotan un tono pesimista en el que los personajes reflejan los padecimientos y angustias pasadas a lo largo de la guerra o como consecuencia de ella o bien se inspiran en la comedia o el musical porque el público, a su vez, necesita "olvidar" su dramática realidad. Cuando en 1947 se inicia la "guerra fría" entre Occidente y la URSS, en los EEUU comienza un período de conservadurismo político que llega a afectar a Hollywood, especialmente a los cineastas de izquierda, los cuales son perseguidos, denunciados y condenados. A este período, que se prolongó hasta 1955, se le conoce como McCarthismo" o "cacería de brujas". Algunos cineastas, como Chaplin o Welles, optaron por el exilio.
Los años 50 representan para los norteamericanos una nueva época de bienestar que cambió el estilo de vida, sobre todo en lo que se refiere al ocio. La adquisición de millones de televisores supone el nacimiento de un fuerte competidor para el cine. El número de espectadores disminuye y hay que buscar la manera de recuperarlo. La mejor forma será dándole al público lo que la pequeña pantalla no puede: espectacularidad y sonoridad. Es entonces cuando la pantalla crece, se proyecta el cine en color y el sonido se convierte en estéreo. Se imponen los musicales como Cantando bajo la lluvia (1952) de S. Donen y Gene Kelly y las grandes superproducciones. Hacen aparición nuevos mitos de la pantalla que rompen los esquemas de comportamiento social convencionales de las estrellas del pasado: Marlon Brando, James Dean, Natalie Wood, Elizabeth Taylor, Alain Delon, Cary Grant, Robert Mitchum, Philippe Noiret, Jean Paul Belmondo, Vincent Cassel, Ives Montand, Jean Louis Trintignant, Louis de Funes, Charles Boyer, Brigitte Bardot, Gina Lollobrígida, Marcello Mastroianni, Claudia Cardinale, Vittorio De Sica, Sylva Koscina, Monica Belluci, Alberto Sordi, Terence Hill, Bud Spencer, Thomas Millian, Laura Antonelli y Marilyn Monroe.
Los jóvenes se convierten en un público potencial importante; es la época del rock. Es también la década de los grandes melodramas y de la consolidación de los géneros, como en el caso del thriller; un buen ejemplo de este último lo tenemos en los films de Hitchcock Vértigo (1958), La ventana indiscreta (1954) y Los pájaros.
Obviamente, además de Occidente, en el resto del mundo también ha existido cinematografía, dependiendo la producción, en cada uno de los países mayoritariamente desarrollados, de sus posibilidades económicas y de sus ligámenes coloniales o postcoloniales con la metrópolis europea. Si bien algunos países como Egipto o la India se han caracterizado por su capacidad de producción, Japón se ha distinguido, además de la calidad de muchos de sus títulos, de la mano de grandes cineastas como Ozu, Mizoguchi y Akira Kurosawa. Este último es el autor de Los siete samuráis (1954). En todos ellos sorprende la concepción del tiempo cinematográfico y de la planificación.
A finales de los años 50 y siguiendo los pasos de directores como Rossellini, el cine francés se encontraba estancado por los productos clásicos que salían de sus estudios. Una nueva generación de realizadores aportan oxigeno al cine, bajo la denominación “nouvelle vague”, un cine igualmente hecho con pocos medios pero con fuertes innovaciones estéticas, como demostró el film de Godard, À bout de souffle (1959), que supuso una ruptura con el lenguaje cinematográfico habitual. Otros realizadores comoResnais, Chabrol, Malle, Lelouch o Rohmersiguieron los mismos pasos, aunque cada uno desde su estilo personal. Paralelamente aparece el “cinéma verité”, de tendencia documentalista, que busca captar la vida tal y como es.
En otros lugares, a lo largo de los años 60 surgirán también nuevos cinemas: en Suecia, Ingmar Bergman asume un cine introspeccionista en el que la psicología de las personas, sus angustias y dudas existenciales pasan a ser el referente principal.
En Italia, Antonioni, Pasolini, Bertolucci, Visconti y Fellini optan por un tipo de cine poético. Mientras que Antonioni, autor de La aventura (1960), indaga en el comportamiento de los personajes, Fellini se distingue por su cine rico en propuestas fantasiosas y oníricas, siendo una muestra los films Ocho y medio (1963) o Amarcord (1974).
En Gran Bretaña, el “free cinema” se encuadra dentro de una estética contestataria, crítica para con su sociedad puritana y clasista; plantea las inadaptaciones sociales que ocasiona la vida en las grandes ciudades industriales y la soledad del hombre contemporáneo en ellas. Los cineastas más representativos han sido Lindsay Anderson, Tony Richardson o Karel Reisz. En la Alemania federal, el "nuevo cine alemán" generó cineastas como Fleischmann, Kluge, Schlöndorff, Straub, Fassbinder, Herzog, o Wenders. Hay que tener en cuenta en todos ellos la marcada influencia del movimiento denominado "mayo del 68".
En Latinoamérica, el nuevo cine va de la mano del despertar social del Tercer Mundo: en Brasil, Glaubert Rocha, Pereira Dos Santos y Ruy Guerra; en Cuba, Gutiérrez Alea, Octavio Gómez y Humberto Solas, y en Argentina, Solanas, Getino, Birri y Torre Nilsson, hacen la alianza entre estética y compromiso social. Este cine, juntamente con el que se hace en el resto de países subdesarrollados de los otros continentes, como consecuencia del proceso descolonizador de los años 60, se conoce como el "cine del Tercer Mundo".
En aquellos países europeos bajo regímenes no democráticos, una serie de cineastas defensores de las libertades aportan productos igualmente creativos. Es el caso de A. Ford, Wajda, Munk, Kawalerowicz, Zanussi o Polanski en Polonia; Meszaros, Gabor, Szabo y Jancso en Hungría; Forman, Menzel, Nemec o Txitylova en Checoslovaquia; Kozintsev, o Txujrai en la URSS. O de Buñuel (desde el exilio), Bardem, Berlanga y Saura en España; en este país se tienen que incluir las nuevas tendencias estéticas que aparecen en Catalunya, con la llamada "Escola de Barcelona".
En los EEUU, a partir de la década de los 60, la nueva generación de directores se forma en la televisión. Se trata de unos cuantos cineastas inquietos, que desean hacer un nuevo cine, narrativamente más independiente que el producido tradicionalmente por Hollywood; directores como Cassavettes, Lumet, Mulligan, Penn, o Nicholls. Muchos de ellos operaron desde Nueva York y crearon el cine “underground”, anti comercial, anti hollywood y de vanguardia. Paralelamente, algunos géneros que requieren grandes inversiones como las superproducciones, o los musicales, ofrecen sus últimas grandes muestras: Ben Hur, Cleopatra, Los Diez Mandamientos, Lawrence de Arabia, etc.
En los EEUU, las películas o bien denotan un tono pesimista en el que los personajes reflejan los padecimientos y angustias pasadas a lo largo de la guerra o como consecuencia de ella o bien se inspiran en la comedia o el musical porque el público, a su vez, necesita "olvidar" su dramática realidad. Cuando en 1947 se inicia la "guerra fría" entre Occidente y la URSS, en los EEUU comienza un período de conservadurismo político que llega a afectar a Hollywood, especialmente a los cineastas de izquierda, los cuales son perseguidos, denunciados y condenados. A este período, que se prolongó hasta 1955, se le conoce como McCarthismo" o "cacería de brujas". Algunos cineastas, como Chaplin o Welles, optaron por el exilio.
Los años 50 representan para los norteamericanos una nueva época de bienestar que cambió el estilo de vida, sobre todo en lo que se refiere al ocio. La adquisición de millones de televisores supone el nacimiento de un fuerte competidor para el cine. El número de espectadores disminuye y hay que buscar la manera de recuperarlo. La mejor forma será dándole al público lo que la pequeña pantalla no puede: espectacularidad y sonoridad. Es entonces cuando la pantalla crece, se proyecta el cine en color y el sonido se convierte en estéreo. Se imponen los musicales como Cantando bajo la lluvia (1952) de S. Donen y Gene Kelly y las grandes superproducciones. Hacen aparición nuevos mitos de la pantalla que rompen los esquemas de comportamiento social convencionales de las estrellas del pasado: Marlon Brando, James Dean, Natalie Wood, Elizabeth Taylor, Alain Delon, Cary Grant, Robert Mitchum, Philippe Noiret, Jean Paul Belmondo, Vincent Cassel, Ives Montand, Jean Louis Trintignant, Louis de Funes, Charles Boyer, Brigitte Bardot, Gina Lollobrígida, Marcello Mastroianni, Claudia Cardinale, Vittorio De Sica, Sylva Koscina, Monica Belluci, Alberto Sordi, Terence Hill, Bud Spencer, Thomas Millian, Laura Antonelli y Marilyn Monroe.
Los jóvenes se convierten en un público potencial importante; es la época del rock. Es también la década de los grandes melodramas y de la consolidación de los géneros, como en el caso del thriller; un buen ejemplo de este último lo tenemos en los films de Hitchcock Vértigo (1958), La ventana indiscreta (1954) y Los pájaros.
Obviamente, además de Occidente, en el resto del mundo también ha existido cinematografía, dependiendo la producción, en cada uno de los países mayoritariamente desarrollados, de sus posibilidades económicas y de sus ligámenes coloniales o postcoloniales con la metrópolis europea. Si bien algunos países como Egipto o la India se han caracterizado por su capacidad de producción, Japón se ha distinguido, además de la calidad de muchos de sus títulos, de la mano de grandes cineastas como Ozu, Mizoguchi y Akira Kurosawa. Este último es el autor de Los siete samuráis (1954). En todos ellos sorprende la concepción del tiempo cinematográfico y de la planificación.
A finales de los años 50 y siguiendo los pasos de directores como Rossellini, el cine francés se encontraba estancado por los productos clásicos que salían de sus estudios. Una nueva generación de realizadores aportan oxigeno al cine, bajo la denominación “nouvelle vague”, un cine igualmente hecho con pocos medios pero con fuertes innovaciones estéticas, como demostró el film de Godard, À bout de souffle (1959), que supuso una ruptura con el lenguaje cinematográfico habitual. Otros realizadores comoResnais, Chabrol, Malle, Lelouch o Rohmersiguieron los mismos pasos, aunque cada uno desde su estilo personal. Paralelamente aparece el “cinéma verité”, de tendencia documentalista, que busca captar la vida tal y como es.
En otros lugares, a lo largo de los años 60 surgirán también nuevos cinemas: en Suecia, Ingmar Bergman asume un cine introspeccionista en el que la psicología de las personas, sus angustias y dudas existenciales pasan a ser el referente principal.
En Italia, Antonioni, Pasolini, Bertolucci, Visconti y Fellini optan por un tipo de cine poético. Mientras que Antonioni, autor de La aventura (1960), indaga en el comportamiento de los personajes, Fellini se distingue por su cine rico en propuestas fantasiosas y oníricas, siendo una muestra los films Ocho y medio (1963) o Amarcord (1974).
En Gran Bretaña, el “free cinema” se encuadra dentro de una estética contestataria, crítica para con su sociedad puritana y clasista; plantea las inadaptaciones sociales que ocasiona la vida en las grandes ciudades industriales y la soledad del hombre contemporáneo en ellas. Los cineastas más representativos han sido Lindsay Anderson, Tony Richardson o Karel Reisz. En la Alemania federal, el "nuevo cine alemán" generó cineastas como Fleischmann, Kluge, Schlöndorff, Straub, Fassbinder, Herzog, o Wenders. Hay que tener en cuenta en todos ellos la marcada influencia del movimiento denominado "mayo del 68".
En Latinoamérica, el nuevo cine va de la mano del despertar social del Tercer Mundo: en Brasil, Glaubert Rocha, Pereira Dos Santos y Ruy Guerra; en Cuba, Gutiérrez Alea, Octavio Gómez y Humberto Solas, y en Argentina, Solanas, Getino, Birri y Torre Nilsson, hacen la alianza entre estética y compromiso social. Este cine, juntamente con el que se hace en el resto de países subdesarrollados de los otros continentes, como consecuencia del proceso descolonizador de los años 60, se conoce como el "cine del Tercer Mundo".
En aquellos países europeos bajo regímenes no democráticos, una serie de cineastas defensores de las libertades aportan productos igualmente creativos. Es el caso de A. Ford, Wajda, Munk, Kawalerowicz, Zanussi o Polanski en Polonia; Meszaros, Gabor, Szabo y Jancso en Hungría; Forman, Menzel, Nemec o Txitylova en Checoslovaquia; Kozintsev, o Txujrai en la URSS. O de Buñuel (desde el exilio), Bardem, Berlanga y Saura en España; en este país se tienen que incluir las nuevas tendencias estéticas que aparecen en Catalunya, con la llamada "Escola de Barcelona".
En los EEUU, a partir de la década de los 60, la nueva generación de directores se forma en la televisión. Se trata de unos cuantos cineastas inquietos, que desean hacer un nuevo cine, narrativamente más independiente que el producido tradicionalmente por Hollywood; directores como Cassavettes, Lumet, Mulligan, Penn, o Nicholls. Muchos de ellos operaron desde Nueva York y crearon el cine “underground”, anti comercial, anti hollywood y de vanguardia. Paralelamente, algunos géneros que requieren grandes inversiones como las superproducciones, o los musicales, ofrecen sus últimas grandes muestras: Ben Hur, Cleopatra, Los Diez Mandamientos, Lawrence de Arabia, etc.
Las Últimas Décadas
A finales de los años 70 y después de unos años de cine espectacular basado en el catastrofismo, quizás como reflejo del retorno del peligro atómico, se impone la recuperación de la superproducción desde el punto de vista de la calidad y de la rentabilidad. Concretamente de la mano de Georges Lucas, autor de La guerra de las galaxias (1977) y de Steven Spielberg realizador de Encuentros cercanos del tercer tipo (1977). Paralelamente, otros directores apuestan por un cine igualmente comercial pero tratando con un estilo de realización muy personal y creativo, como Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, Brian de Palma, Tim Burton, David Lynch, Oliver Stone, Stanley Kubrick, John Houston, Roman Polanski, Clint Eastwood, Luc Besson y Lina Wertmuller . Son unos años en los que o se cuestiona todo, como en el caso de los films sobre Vietnam o se retorna al pasado con nostalgia; abundan los “remakes” y el fantástico.
En los años 80, la aparición e introducción del video y el aumento de los canales televisivos por vías diferentes, hacen que el público vea más cine que nunca, sin salir de casa. Es preciso buscar de nuevo la espectacularidad: películas con muchos efectos especiales son probadas para atraer a los espectadores hacia la sala oscura. Actores musculosos se convierten en héroes de la pantalla, con películas de títulos violentos, cuando no reaccionarios. Frente a este cine consumista aparecen autores más preocupados por los temas políticos y, sobre todo, por la injerencia de los EEUU en las otras zonas del mundo. La globalización de la economía afecta al cine norteamericano, el cual se alía con la industria electrónica oriental (Sony). También son tiempos de grandes melodramas y de la recuperación de la comedia; en esta última destaca Woody Allen, prolífico director con más de 70 largometrajes. En España, la transición política posibilitó el despegue de un nuevo cine sin censura e influyó en la aparición de la llamada "movida madrileña". Pedro Almodóvar enriquece la escena cinematográfica a través de sus films posmodernos y de esperpento, género este último que también trabajó Berlanga. El cine vasco aporta también autores significativos al cine español.
Comenzada la década de los 90, la crisis de ideas se apoderó del cine norteamericano; así que sus protagonistas decidieron inspirarse en los héroes del cómic, aprovechándose de los nuevos procedimientos para la creación de efectos especiales: Superman, Batman y Robin, El Hombre Araña, Hulk, etc. También algunas series históricas de televisión serán objeto de versiones para la gran pantalla. Géneros como la comedia clásica, los grandes dramas, los dibujos animados, el fantastic o el western, retornaron con fuerza; géneros tradicionales a los cuales se les ha de sumar la sexualidad como ingrediente importante en diversos films y la aparición de un nuevo grupo de actores jóvenes conocidos como la "generación X", además de actores infantiles intérpretes de películas familiares. Por otra parte, la comedia española y el resurgimiento del cine latinoamericano marcan durante estos años la cinematografía hispanohablante.
Algunos países europeos reaccionan contra la enorme presencia comercial del cine norteamericano mediante leyes que favorecen a sus propios productores de cine y gravan con más impuestos al cine foráneo. En España siguen apareciendo nuevos autores como Julio Medem, Alejandro Almenábar, Fernando León, Benito Zambrano, Icíar Bollaín, Isabel Coixet. Llegados a los 100 años de cine, el procedimiento basado en la fotoquímica se alía con las nuevas tecnologías electrónicas y de los estudios salen películas en los que el ordenador, los sistemas digitales y el Internet tienen mucho que ver en el proceso de obtención o manipulación de las imágenes. Hombres de carne y hueso se transforman en alienígenas, los grandes saurios se pasean por las avenidas de las principales capitales en pleno siglo XXI, protagonistas dan la mano a personajes muertos hace décadas. Con ayuda de la electrónica aparece la nueva realidad virtual; un fenómeno que no parece tener límites en cuanto a la creatividad del hombre ¡ y ni se diga nada de los medios a través de los cuales se puede mirar una película: teléfonos, iPods, tablets, computadores, cámaras de video, cintas de betamax, VHS, CD, DVD, televisores con pantallas gigantes digitales, teatros para casa, etc.!
En los años 80, la aparición e introducción del video y el aumento de los canales televisivos por vías diferentes, hacen que el público vea más cine que nunca, sin salir de casa. Es preciso buscar de nuevo la espectacularidad: películas con muchos efectos especiales son probadas para atraer a los espectadores hacia la sala oscura. Actores musculosos se convierten en héroes de la pantalla, con películas de títulos violentos, cuando no reaccionarios. Frente a este cine consumista aparecen autores más preocupados por los temas políticos y, sobre todo, por la injerencia de los EEUU en las otras zonas del mundo. La globalización de la economía afecta al cine norteamericano, el cual se alía con la industria electrónica oriental (Sony). También son tiempos de grandes melodramas y de la recuperación de la comedia; en esta última destaca Woody Allen, prolífico director con más de 70 largometrajes. En España, la transición política posibilitó el despegue de un nuevo cine sin censura e influyó en la aparición de la llamada "movida madrileña". Pedro Almodóvar enriquece la escena cinematográfica a través de sus films posmodernos y de esperpento, género este último que también trabajó Berlanga. El cine vasco aporta también autores significativos al cine español.
Comenzada la década de los 90, la crisis de ideas se apoderó del cine norteamericano; así que sus protagonistas decidieron inspirarse en los héroes del cómic, aprovechándose de los nuevos procedimientos para la creación de efectos especiales: Superman, Batman y Robin, El Hombre Araña, Hulk, etc. También algunas series históricas de televisión serán objeto de versiones para la gran pantalla. Géneros como la comedia clásica, los grandes dramas, los dibujos animados, el fantastic o el western, retornaron con fuerza; géneros tradicionales a los cuales se les ha de sumar la sexualidad como ingrediente importante en diversos films y la aparición de un nuevo grupo de actores jóvenes conocidos como la "generación X", además de actores infantiles intérpretes de películas familiares. Por otra parte, la comedia española y el resurgimiento del cine latinoamericano marcan durante estos años la cinematografía hispanohablante.
Algunos países europeos reaccionan contra la enorme presencia comercial del cine norteamericano mediante leyes que favorecen a sus propios productores de cine y gravan con más impuestos al cine foráneo. En España siguen apareciendo nuevos autores como Julio Medem, Alejandro Almenábar, Fernando León, Benito Zambrano, Icíar Bollaín, Isabel Coixet. Llegados a los 100 años de cine, el procedimiento basado en la fotoquímica se alía con las nuevas tecnologías electrónicas y de los estudios salen películas en los que el ordenador, los sistemas digitales y el Internet tienen mucho que ver en el proceso de obtención o manipulación de las imágenes. Hombres de carne y hueso se transforman en alienígenas, los grandes saurios se pasean por las avenidas de las principales capitales en pleno siglo XXI, protagonistas dan la mano a personajes muertos hace décadas. Con ayuda de la electrónica aparece la nueva realidad virtual; un fenómeno que no parece tener límites en cuanto a la creatividad del hombre ¡ y ni se diga nada de los medios a través de los cuales se puede mirar una película: teléfonos, iPods, tablets, computadores, cámaras de video, cintas de betamax, VHS, CD, DVD, televisores con pantallas gigantes digitales, teatros para casa, etc.!